A todos los que sufren en silencio la epidemia, pasará.
Ya son dos años de populismo mexicano hecho gobierno ydonde 6 de cada 10 mexicanos consideran que no hay resultados en seguridad pública, que la economía marcha mal o la pandemia ha sido mal manejada; pero mantienen su confianza en el presidente López Obrador, valoran su honestidad más no la eficacia de su régimen.
La pandemia llegó para agudizar en cien días todos los problemas que arrastra el país: destruyó 12.5 millones de empleos, mostró la fragilidad del sistema de salud, envío a la pobreza a casi 7 millones de mexicanos y dejó a los más pobres a merced del virus, en sus casas, sin prueba diagnóstica, sin seguimiento clínico y sin certezas.
El populismo mexicano respondió a la incertidumbre globalcon mentiras y todo su esfuerzo de propaganda consiste en declarar que la pandemia ha sido domada cuando tenemos la mayor taza de letalidad del mundo; pedirle a la clase trabajadora que sobreviva tres meses sin apoyos para proteger sus empleos y salarios. El 0.5% del PIB en transferencias directas y opacas no constituye un plan de rescate económico, es vil clientelismo. Alemania ofreció apoyos fiscales, financieros y sociales por más de la mitad del total del valor de su economía. Los alemanes saldrán pronto de la crisis post Covid; nosotros ocuparemos de más tiempo mientras construimos en la selva un tren hacia ningún lugar.
El régimen intenta escenificar su propia realidad; pero en las calles a los más pobres que dice proteger, la falta de atención médica les arrebata la vida, la tranquilidad, el sustento. El periodo de confinamiento no fue aprovechado por el presidente López en construir la infraestructura tecnológicade rastreo de contagios para así facilitar la recuperación de nuestra económica. No hay nada. Regresar en las ciudades con más hacinamiento urbano es acelerar la epidemia, causar más muertes y más dolor.
Y en ese páramo de vidas rotas, de millones de tragedias personales, el Régimen celebra dos años de su ascenso, habla de sus números fabricados, muestra la otra realidad donde los mexicanos no lloran a sus miles de muertos.
No hay una alternativa real. El ruido en las redes, los gestos disidentes y las estridencias mediáticas están lejos de ser una propuesta de país. La gente en las calles, lo sabe; porque lo sufre en cada robo a mano armada, en cada secuestro y feminicidio, en cada uno de los 10 mil negocios cerrados.
El vacío político del Régimen es el mismo vacío opositor. Hablan de otra realidad, donde hay alianzas de nada mientras el desempleo, los muertos y los oprobios se acumulan en silencio, cada día, separando aún más la política de la vida, invocando al Behemot hobbesiano en el creciente porcentaje de desafección política y rechazo a los burócratas de todos los partidos. Ese desencanto oculto, latente en la no respuesta de las encuestas, es más del 56% y es una grieta de algo qué en nosotros ya se rompió.
