Edición 377
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Las lecturas de la elección del 2023 en el estado de México III:Marco A Oviedo

(Las expectativas de la alianza Va por México para el 2024)

El pasado 5 de junio se llevaron a cabo elecciones en los estados de Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas, y como lo adelantamos en el primer artículo de esta serie, la alianza de Morena triunfó en cuatro estados y la alianza opositora retuvo dos entidades. Quizá lo más significativo de esta jornada electoral fue la manera en que se cerró el resultado en Tamaulipas, toda vez que la mayoría de las encuestas le daban un triunfo holgado al candidato de Morena, con un margen de 10 puntos y que al final fueron 5 puntos de diferencia. Asimismo, la elección en Durango en donde las ancuestadoras daban un empate técnico, sin embargo, la alianza opositora encabezada por un candidato del PRI ganó la elección con un margen cercano a los 15 puntos.

Otro dato interesante es el altísimo abstencionismo registrado que, en estados como Oaxaca y Quintana Roo, alcanzó el 60%, lo cual tiene diferentes lecturas. Una de ellas, nos habla del evidente hartazgo y desinterés del electorado con respecto a los candidatos que contendieron, lo cual también nos indica que, en estas elecciones del 5 de junio lo que prevaleció fue el voto duro, el voto clientelar, el voto que jalaron las estructuras electorales de los partidos políticos, así como el voto coaccionado por la estructura del gobierno federal, a través de los llamados Siervos de la Nación. 

Por otro lado, este abstencionismo tan ostensible en los pasados comicios hace patente que la influencia del presidente López Obrador, ya no es tan determinante para que Morena y sus aliados triunfen de manera contundente y se consoliden como un partido hegemónico, como lo anhela el jefe máximo de los morenistas. 

En concordancia con lo anterior, podríamos analizar caso por caso el comportamiento electoral en los seis estados que tuvieron elecciones, pero basta con sólo evidenciar los números duros en dos ejemplos realmente patéticos: Oaxaca y Quintana Roo. En Oaxaca votó el 38% de los electores y el candidato de Morena ganó con el insignificante 19% de los votos. En Quintana Roo, sufragaron el 41% y la candidata de Morena apenas pudo captar el irrisorio 20% del voto electoral. Ese es en la realidad el nivel de influencia de López Obrador. Y parece que el binomio Morena-AMLO se está agotando.

La otra lectura de los procesos electorales es el número de votos obtenidos, en la escala nacional, por las dos alianzas que en 2024 se disputarán la presidencia de la República. En la elección presidencial de 2018 la alianza encabezada por Morena obtuvo 30 millones 110 mil votos; por su parte, la futura alianza opositora habría sumado 21 millones 896 mil votos, lo cual se traduce en una diferencia de 8 millones 213 mil votos en favor de Morena. En las elecciones de 2021, la alianza de Morena -sumando también los votos obtenidos como partidos- logró 20 millones 904 mil votos, y en el mismo tenor, la alianza opositora logro 19 millones 367 mil votos. En este proceso electoral, la diferencia a favor de Morena fue apenas de 1 millón 537 mil votos. 

Con todas las proporciones guardadas, otro referente de la capacidad de movilización electoral de Morena y sus gobiernos federal y estatales, fue la pasada consulta de revocación de mandato, en la que se computaron 16 millones 500 mil votos, de los cuales 15 millones fueron a favor del presidente López Obrador y su partido.

La síntesis de la numeralia anterior, es la pérdida de 15 millones de votos de Morena en cuatro años, mientras que los partidos que conforman la alianza opositora mermaron su votación en aproximadamente 2 millones 500 mil sufragios, durante el mismo lapso.

Estas cifras son sumamente preocupantes para quienes están operando la estrategia electoral con miras al 2024, empezando por el presidente Andrés Manuel. Es cierto, el escenario geopolítico actual nos habla de que Morena y sus aliados cuentan con 22 gobernadores (con todo lo que ello implica, en término de recursos y estructuras), también cuentan con la estructura de sus programas federales asistenciales(con sus cientos de miles de millones de pesos que se reparten) y con la estructura del propio gobierno federal y sus secretarios de Estado, pero aun con todo eso, no han podido revertir la tendencia a la baja del partido oficialista, Morena.

Lo que sí ha resultado un éxito es, el desprestigio de los partidos que conforman la alianza opositora y la presión política y jurídica que se ha emprendido en contra de los gobernadores del PRI y del PAN y de sus dirigentes nacionales. Las acusaciones y denostaciones en contra de la oposición al actual gobierno, a quienes el presidente López Obrador tilda, en sus mañaneras y en cualquier ocasión que puede, como corruptos, conservadores, neoliberales, hipócritas, moralmente derrotados, traidores a la patria, ha rendido sus frutos generando un rechazo por parte de ciertos sectores de la población.

La interrogante es si esta estrategia de desprestigio a la oposición seguirá teniendo el mismo impacto en los dos años y medio que le resta al gobierno de AMLO, toda vez que los resultados tangibles de su gestión ya no están siendo bien vistos por la población, y eso está impactando directamente en su partido, al que están empezando a calificar como “más de lo mismo”.

El escenario hoy en día nos habla de un presidente con un decremento de 22 puntos porcentuales en su aprobación, con relación a febrero de 2019 (de acuerdo con el concentrado de encuestas de ORACULUS) y con significativos porcentajes de reprobación en los rubros de economía y seguridad. También nos indica que, si bien Morena cuenta con 22 gobernadores, sus triunfos electorales en 2021 y 2022 no han sido verdaderamente contundentes debido a la bajísima participación de votantes. Esto echa por tierra el desmedido triunfalismo de los morenistas y sus dirigentes.

Igualmente, el escenario actual nos señala, y de acuerdo con las cifras dadas a conocer por los dirigentes de la alianza opositora, que hoy cuentan con una intención del voto de 40% contra un 49% de Morena. Porcentajes que le abren grandes expectativas a la alianza opositora para poder triunfar en 2024. El meollo de asunto tiene por lo menos tres vertientes a explorar. La primera son las elecciones de 2023 en Coahuila y el estado de México; la segunda tiene que ver con la capacidad que tengan el PAN, PRIy PRD de lograr articularse con sus estructuras en el territorio nacional y de cerrar filas con sus dirigentes, y la tercera es la selección del candidato que encabezará esta alianza.

El presidente Andrés Manuel ya ha venido nombrando a sus posibles candidatos, quienes ante este destape tan anticipado, están sufriendo un desgaste impresionante porque están siendo más observados y más criticados en el desempeño de su gestión por la ciudadanía, por la opinión pública y por sus opositores. Este desgaste me parece innecesario, a menos que AMLO tenga a su verdadero candidato bajo la manga.

marcoov57@yahoo.com.mx

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